«No éramos capaces de, ni siquiera, intuir o imaginar hace cuatro meses que esta pandemia semejante iba a barrer las calles y convertir las ciudades en maquetas apocalípticas. No nos preparan, ni en casa ni en el cole, ni en la universidad, para vivir el presente y no pensar tanto en el futuro, y pensar algo más en que no somos inmortales.
Yo no podía imaginar hace unos meses que mi vida iba a dar un giro brutal y que pasaría de vivir en el Sur a vivir en el Norte, de una empresa a otra, de una cierta estabilidad a los nervios de una nueva vida, a la emoción de lo incipiente. Y prefiero esto último. Quiero decir que los cambios no tienen por qué ser traumáticos (muchas veces todo lo contrario) y que de situaciones absolutamente desesperadas, se pueden sacar grandes ideas, grandes conclusiones y por supuesto, se puede aprender. Y mucho.
Creo que una vez que no se puede hacer nada por lo que ha quedado atrás, hay que mirar hacia delante. Hay que seguir pero esta vez con un bagaje, con experiencia, que es de lo que en gran parte está hecha la vida».
(Guillermo Fernández, Comercial de EuskoData)
